martes, 26 de julio de 2016

Te quiero... libre.

-          - Te quiero.

Lo susurró, apenas a 5 centímetros de sus oídos. Lo susurró sin más. Lo susurró, sin esperar un “yo también”, una explicación, algún beso, algún abrazo. Lo susurró, sin esperar ninguna reacción. Sencillamente lo susurró.

Y vaya como lo susurró, lo hizo de una manera deliciosa, capaz de hacer derretir al mismísimo iceberg que hundió el titanic. Capaz de paralizar el tiempo, helar el fuego, desvanecer todos los miedos, o convencer de cualquier locura.

Y solo lo susurró. Sin más.

No pretendía conseguir nada con ello, solo soltarlo. No esperaba ninguna reacción, pero la que obtuvo le asustó.

No lo podía creer, tras ese “te quiero”, la mirada de ella había pasado de un brillo intenso de felicidad a perderse en el vacío en menos de una milésima de segundo. Aquella mirada acababa de volver. Aquella mirada con la que la conoció.

Claro, que las cosas habían cambiado muchísimo para ella desde entonces.

Sucedió una noche bastante fría de enero, concretamente 5, la noche de los Reyes Magos. Para él significó el mejor regalo de Reyes del mundo. Claro que no fue el mejor momento.

Él se encontraba en su despacho, y ella llegó, sola. Con la cara demacrada: el labio rajado y sangrando, por más que ella pasaba su delicada lengua por la herida. El ojo izquierdo hinchado, entre morado y rojizo. Los mofletes rojos, debido al frío. La ropa rota, por todos lados. Venía con los brazos abrazando su cuerpo, con un temblor que no se debía tanto al frío como al miedo. Y sus ojos, aquellos ojos color café, no brillaban, pero a él le parecieron los más bonitos que había visto. Tenía la mirada perdida, y se pasó media hora sentada frente a él, sin atreverse a decir una sola palabra. Parecía estar meditando lo que iba a hacer. Tenía miedo.

El joven policía se temía lo que ella iba a contarle, no era el primer caso, por ello le dejó todo el tiempo necesario, para que no se sintiera acorralada ni quisiera irse.

<<Han pasado 7 años de mi vida con ese hombre que ha degenerado en bestia, si bien al principio la relación iba de maravilla. Todo se inclinó el día en que me paré a saludar a un amigo de la infancia, llevábamos 3 años saliendo. Él aún era solo mi novio y me reprochó la acción, con palabras que me resultaron algo violentas. Aunque no logré entender a qué se debían esos celos, es más, debido a mi inocencia incluso pensé que había sido un acto muy “lindo” por su parte, y mimosa le di un besito y le dije que no se enojara, que solo lo quería a él. >>

<<Esa fue la primera vez que me maltrató, psicológicamente, me había hecho creer que había actuado como una furcia, incluso me hizo bajarme la falda. Fue una tontería, algo que entendí inofensivo. Accedí a estar con él, porque estaba enamorada, y pensaba que él también lo estaba de mí. Y al cabo de dos años nos casamos. Cuando me di cuenta de que había sido la peor decisión que había tomado en mi vida ya era demasiado tarde. Al principio iba medianamente bien, yo estaba en paro y me quedaba en casa. Cuando encontré un trabajo estable él se puso hecho una fiera. No quería que yo me moviera de casa “entiendeme, lo hago porque te quiero y no quiero que te pase nada malo ahí fuera”, me decía. Yo cada día estaba más agobiada.>>

<<Al final dejé el trabajo, solo por no escucharlo. Él quería una familia, así que intentamos tenerla, pero mi sorpresa fue enorme cuando tras meses y meses de intento yo no conseguía quedarme embarazada. Entonces fuimos al médico, soy estéril. Esa noticia a él le sentó fatal, peor que a mi. Y no se molestó en ver cómo me encontraba, en preguntarme si necesitaba algo, un beso, un abrazo. El camino a casa estuvo serio, callado, enfadado conmigo. Y me hizo sentir culpable de la situación. Definitivamente sentía que no servía para nada.>>

<< A raíz de aquello todo fue de mal en peor, ya apenas me hablaba, me tocaba de vez en cuando, y muy bruscamente, aunque yo no tuviera ganas o me encontrara cansada. Una vez cuando llegó del trabajo mucho más pronto que de costumbre yo no le había terminado la cena. Y esa fue la primera vez que me puso la mano encima. Me gritó, me dijo que no servía para nada y se fue a beber. Llegó borracho, me despertó intentó violarme, le di una patada y me fui a la habitación de al lado>>

<< A la mañana siguiente entró a la habitación, ya no estaba borracho, ya era consciente de lo que hacía. Pese a que intenté por todos los medios que no lo hiciera, me violó: “ya solo me sirves para esto, no me niegues esto también”. Lo peor de todo es que yo sentía pena por él. Era habitual desde entonces que me pegara por cualquier cosa, si se me quemaba la comida, incluso cuando algo le iba mal en el trabajo. Cuando me veía llorar decía que lo sentía, que me quería que no volvería a pasar. Pero siempre volvía a pasar, incluso si le amenazaba con dejarlo. >>

<<Tenía tanto miedo, que ya me dejaba hacer de todo. Me sentía sola. Hasta que ayer, intenté escapar, se dio cuenta, e intentó golpearme, me defendí, consiguió hacerme lo que ves en la cara, tengo quemaduras, cicatrices, cardenales… por todo el cuerpo. Yo corría. Él lloraba: “no te vayas”, decía “yo te quiero” decía. Por primera vez lo ignoré, conseguí escapar de la casa. Él cogió el coche, para seguirme, pero conseguí hacer que me perdiera de vista, no sé cuánto tardará en encontrarme. ¡Tienes que ayudarme por favor!>>

Lo había dicho todo entre lágrimas, se le notaba el gran nudo en la garganta que tenía. El policía sentía un asco terrible por ese cerdo. Pensó que se sentía así por el caso en sí. Se investigó el caso, se metió entre rejas a ese “hombre”, y se le puso una orden de alejamiento para cuando saliera.

Hace poco más de cinco meses de aquella noche. Estuvo ayudándola con grupos de apoyo, psicólogos, con el papeleo del divorcio… Como hacía siempre. Sin embargo había nacido un vínculo especial entre ellos. Sentía la necesidad de protegerla siempre, era una mujer fuerte, muy pocas se atrevían a escapar e ir solas a denunciar. Sabía que lo había pasado mal.

Comenzaron a salir más a menudo, como amigos sin más, y se enamoró. No quería decírselo, no quería atosigarla, le daba miedo que se fuera. Fue ella, la que lo besó por primera vez, en seguida se apartó avergonzada, pensando que había cometido una locura. Y se sorprendió cuando la abrazó con fuerza, temiendo que fuera la última vez que lo hiciera, no aguantaba más, tenía que soltárselo. Creo que nunca antes la habían abrazado del modo en que ese joven lo hizo. Entonces le susurró: te quiero.
Y se le heló el corazón al ver que su mirada volvía a perderse.

- ¿Por qué me quieres?- preguntó, al cabo de unos segundos en silencio.

Entonces lo comprendió, no estaba acostumbrada a ser querida, siempre que cocinaba para ella, siempre que la ayudaba con cualquier cosa, intentaba recompensarlo de algún modo. Y ahora que le había dicho que la quería sentía que iba a maltratarla, su mente la había transportado, sin quererlo, a esas veces en las que ese canalla le pegaba porque “la quería”, y “la quería” siempre por algo, para su exmarido ella era una mujer objeto, que no podía tener vida propia, debía vivir por y para él.
Por ello le abruma que le digan que la quieren.

-Te quiero porque te quiero, sin más. Te quiero como eres, no quiero cambiarte. Quiero que tengas tu vida, que la vivas, si quieres hacerlo conmigo, adelante. Si no lo comprendo. Comprendo que después de todo lo que has pasado no quieras arriesgarte a tomar malas decisiones. Quiero que vivas la vida, y cuando estés preparada podamos intentar algo. Te quiero, y por ello solo quiero lo mejor para ti. Te quiero libre. Quiero que tomes tus propias decisiones, quiero que salgas con quien te dé la gana, quiero que vistas como te dé la gana, quiero que crezcas personal y profesionalmente, quiero que disfrutes, te quiero. Te quiero por eso. Y quiero lo mejor para ti.



Ella no sabía qué hacer ante aquella declaración, le había parecido la más sincera. Sin embargo estaba tan destrozada a pesar del tiempo concurrido que decidió marcharse. Quería volver a ser la misma de antes, pero no podía. Quería decirle que ella también lo quería, pero no podía. Quería correr a sus brazos, pero no podía. Solo podía andar, y él veía cómo se alejaba. Triste, y a la vez feliz. Triste, porque sus miedos se habían hecho realidad, sentía que la perdía, no sabía por cuanto tiempo. Feliz, porque sabía que lo acabaría superando, era una persona fuerte.

Te quiero, libre. SP.

Y para acabar... 

Espero que os haya gustado, y recordad: 


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