Vivimos. Siempre esclavos del
tiempo. Siempre esclavos del trabajo, de las obligaciones. Siempre esclavos de
las personas, incluso de las que queremos -sobre todo de las que queremos-. Vivimos, siempre pendientes del
resto. Vivimos, pero sin vivir. No vivimos para nosotros, vivimos para la
gente.
Nos callamos por el qué dirán. No
nos vestimos como queremos por el qué pensarán. Dividimos nuestras horas,
intentando contentar a todos para no hacerlos sentir mal. Tratamos de encontrar
el perfecto equilibrio para que nadie quede atrás. Vivimos condicionados por la
sociedad.
Y al final eres tú la persona que
queda atrás. Atrás de todo. ¿Dónde quedan esos días sólo para ti? ¿Para cuándo
una encerrona en tu casa viendo series, leyendo libros, o haciendo lo que más
te guste? ¿Para cuándo una salida a correr? ¿A la playa? ¿Un viaje sin
planificar?
¿Cuándo seremos capaces de decir:
“Hoy soy todo para mí”?
Está bien eso de no caer en una
rutina, está bien trabajar, estudiar, construirnos personal y profesionalmente.
Está bien ayudar a las personas, sobre todo si lo merecen. Está bien
socializar, vivir con la gente. ¿Pero vivir para la gente? ¿Quién vive para ti?
No se confundan, nadie es imprescindible. Tú eres la única persona que
necesitas en tu vida.
Por eso hoy sé todo para ti.
Decide mimarte, quererte, cuidarte. No esperes que nadie lo haga por ti.
Disfrútate, goza la vida, experimenta, sin miedos.
A veces... Solo a veces, Me siento bien, Como cuando piensas que has hecho un examen catastrófico, Y resulta que has aprobado. A veces, Solo a veces, Me siento muy bien, Como cuando tu equipo marca el gol de la victoria, En el descuento. A veces, Muy rara vez, Me siento plena, Como cuando lloras desconsoladamente y recibes un cálido abrazo de tu madre. A veces, Solo a veces, Me siento genial, Como cuando estamos enfadados por cualquier tontería y llamas a mi puerta, Sin previo aviso. A veces, Muchas veces, Siento que la felicidad me invade, En cada carcajada tuya por chiste malo que suelto. A veces, Casi todas las veces, Algo en mi se remueve, Por cada mirada pícara de ojos centelleantes que me lanzas. A veces, Solo a veces, Siento que puedo pellizcar las nubes, En cada beso mutuo. A veces, Todas las veces, Siento que te quiero, Y que soy correspondida.. Y esto último, Es superior A todo lo anterior. SP
Hoy me apetecía algo distinto a lo habitual, espero que halláis disfrutado^^
El amor, ¡puede no ser tan malo como lo pintan!
Y como siempre me gusta acabar con algo más os dejo aquí una de mis canciones favoritas de Ed Sheeran, Thinking Out Loud
Lo susurró, apenas a 5
centímetros de sus oídos. Lo susurró sin más. Lo susurró, sin esperar un “yo
también”, una explicación, algún beso, algún abrazo. Lo susurró, sin esperar
ninguna reacción. Sencillamente lo susurró.
Y vaya como lo susurró, lo hizo
de una manera deliciosa, capaz de hacer derretir al mismísimo iceberg que
hundió el titanic. Capaz de paralizar el tiempo, helar el fuego, desvanecer
todos los miedos, o convencer de cualquier locura.
Y solo lo susurró. Sin más.
No pretendía conseguir nada con
ello, solo soltarlo. No esperaba ninguna reacción, pero la que obtuvo le
asustó.
No lo podía creer, tras ese “te
quiero”, la mirada de ella había pasado de un brillo intenso de felicidad a
perderse en el vacío en menos de una milésima de segundo. Aquella mirada
acababa de volver. Aquella mirada con la que la conoció.
Claro, que las cosas habían
cambiado muchísimo para ella desde entonces.
Sucedió una noche bastante fría
de enero, concretamente 5, la noche de los Reyes Magos. Para él significó el
mejor regalo de Reyes del mundo. Claro que no fue el mejor momento.
Él se encontraba en su despacho,
y ella llegó, sola. Con la cara demacrada: el labio rajado y sangrando, por más
que ella pasaba su delicada lengua por la herida. El ojo izquierdo hinchado, entre
morado y rojizo. Los mofletes rojos, debido al frío. La ropa rota, por todos
lados. Venía con los brazos abrazando su cuerpo, con un temblor que no se debía
tanto al frío como al miedo. Y sus ojos, aquellos ojos color café, no
brillaban, pero a él le parecieron los más bonitos que había visto. Tenía la
mirada perdida, y se pasó media hora sentada frente a él, sin atreverse a decir
una sola palabra. Parecía estar meditando lo que iba a hacer. Tenía miedo.
El joven policía se temía lo que
ella iba a contarle, no era el primer caso, por ello le dejó todo el tiempo
necesario, para que no se sintiera acorralada ni quisiera irse.
<<Han pasado 7 años de mi
vida con ese hombre que ha degenerado en bestia, si bien al principio la
relación iba de maravilla. Todo se inclinó el día en que me paré a saludar a un
amigo de la infancia, llevábamos 3 años saliendo. Él aún era solo mi novio y me
reprochó la acción, con palabras que me resultaron algo violentas. Aunque no
logré entender a qué se debían esos celos, es más, debido a mi inocencia incluso
pensé que había sido un acto muy “lindo” por su parte, y mimosa le di un besito
y le dije que no se enojara, que solo lo quería a él. >>
<<Esa fue la primera vez
que me maltrató, psicológicamente, me había hecho creer que había actuado como
una furcia, incluso me hizo bajarme la falda. Fue una tontería, algo que
entendí inofensivo. Accedí a estar con él, porque estaba enamorada, y pensaba
que él también lo estaba de mí. Y al cabo de dos años nos casamos. Cuando me di
cuenta de que había sido la peor decisión que había tomado en mi vida ya era demasiado
tarde. Al principio iba medianamente bien, yo estaba en paro y me quedaba en
casa. Cuando encontré un trabajo estable él se puso hecho una fiera. No quería
que yo me moviera de casa “entiendeme, lo hago porque te quiero y no quiero que
te pase nada malo ahí fuera”, me decía. Yo cada día estaba más
agobiada.>>
<<Al final dejé el trabajo,
solo por no escucharlo. Él quería una familia, así que intentamos tenerla, pero
mi sorpresa fue enorme cuando tras meses y meses de intento yo no conseguía
quedarme embarazada. Entonces fuimos al médico, soy estéril. Esa noticia a él
le sentó fatal, peor que a mi. Y no se molestó en ver cómo me encontraba, en
preguntarme si necesitaba algo, un beso, un abrazo. El camino a casa estuvo
serio, callado, enfadado conmigo. Y me hizo sentir culpable de la situación.
Definitivamente sentía que no servía para nada.>>
<< A raíz de aquello todo
fue de mal en peor, ya apenas me hablaba, me tocaba de vez en cuando, y muy
bruscamente, aunque yo no tuviera ganas o me encontrara cansada. Una vez cuando
llegó del trabajo mucho más pronto que de costumbre yo no le había terminado la
cena. Y esa fue la primera vez que me puso la mano encima. Me gritó, me dijo
que no servía para nada y se fue a beber. Llegó borracho, me despertó intentó
violarme, le di una patada y me fui a la habitación de al lado>>
<< A la mañana siguiente
entró a la habitación, ya no estaba borracho, ya era consciente de lo que
hacía. Pese a que intenté por todos los medios que no lo hiciera, me violó: “ya
solo me sirves para esto, no me niegues esto también”. Lo peor de todo es que
yo sentía pena por él. Era habitual desde entonces que me pegara por cualquier
cosa, si se me quemaba la comida, incluso cuando algo le iba mal en el trabajo.
Cuando me veía llorar decía que lo sentía, que me quería que no volvería a
pasar. Pero siempre volvía a pasar, incluso si le amenazaba con dejarlo.
>>
<<Tenía tanto miedo, que ya
me dejaba hacer de todo. Me sentía sola. Hasta que ayer, intenté escapar, se dio
cuenta, e intentó golpearme, me defendí, consiguió hacerme lo que ves en la
cara, tengo quemaduras, cicatrices, cardenales… por todo el cuerpo. Yo corría.
Él lloraba: “no te vayas”, decía “yo te quiero” decía. Por primera vez lo
ignoré, conseguí escapar de la casa. Él cogió el coche, para seguirme, pero
conseguí hacer que me perdiera de vista, no sé cuánto tardará en encontrarme.
¡Tienes que ayudarme por favor!>>
Lo había dicho todo entre
lágrimas, se le notaba el gran nudo en la garganta que tenía. El policía sentía
un asco terrible por ese cerdo. Pensó que se sentía así por el caso en sí. Se
investigó el caso, se metió entre rejas a ese “hombre”, y se le puso una orden
de alejamiento para cuando saliera.
Hace poco más de cinco meses de
aquella noche. Estuvo ayudándola con grupos de apoyo, psicólogos, con el papeleo
del divorcio… Como hacía siempre. Sin embargo había nacido un vínculo especial
entre ellos. Sentía la necesidad de protegerla siempre, era una mujer fuerte,
muy pocas se atrevían a escapar e ir solas a denunciar. Sabía que lo había pasado
mal.
Comenzaron a salir más a menudo,
como amigos sin más, y se enamoró. No quería decírselo, no quería atosigarla,
le daba miedo que se fuera. Fue ella, la que lo besó por primera vez, en
seguida se apartó avergonzada, pensando que había cometido una locura. Y se
sorprendió cuando la abrazó con fuerza, temiendo que fuera la última vez que lo
hiciera, no aguantaba más, tenía que soltárselo. Creo que nunca antes la habían
abrazado del modo en que ese joven lo hizo. Entonces le susurró: te quiero.
Y se le heló el corazón al ver
que su mirada volvía a perderse.
- ¿Por qué me quieres?- preguntó,
al cabo de unos segundos en silencio.
Entonces lo comprendió, no estaba
acostumbrada a ser querida, siempre que cocinaba para ella, siempre que la
ayudaba con cualquier cosa, intentaba recompensarlo de algún modo. Y ahora que
le había dicho que la quería sentía que iba a maltratarla, su mente la había
transportado, sin quererlo, a esas veces en las que ese canalla le pegaba
porque “la quería”, y “la quería” siempre por algo, para su exmarido ella era
una mujer objeto, que no podía tener vida propia, debía vivir por y para él.
Por ello le abruma que le digan
que la quieren.
-Te quiero porque te quiero, sin
más. Te quiero como eres, no quiero cambiarte. Quiero que tengas tu vida, que
la vivas, si quieres hacerlo conmigo, adelante. Si no lo comprendo. Comprendo
que después de todo lo que has pasado no quieras arriesgarte a tomar malas
decisiones. Quiero que vivas la vida, y cuando estés preparada podamos intentar
algo. Te quiero, y por ello solo quiero lo mejor para ti. Te quiero libre.
Quiero que tomes tus propias decisiones, quiero que salgas con quien te dé la
gana, quiero que vistas como te dé la gana, quiero que crezcas personal y
profesionalmente, quiero que disfrutes, te quiero. Te quiero por eso. Y quiero
lo mejor para ti.
Ella no sabía qué hacer ante
aquella declaración, le había parecido la más sincera. Sin embargo estaba tan
destrozada a pesar del tiempo concurrido que decidió marcharse. Quería volver a
ser la misma de antes, pero no podía. Quería decirle que ella también lo
quería, pero no podía. Quería correr a sus brazos, pero no podía. Solo podía
andar, y él veía cómo se alejaba. Triste, y a la vez feliz. Triste, porque sus
miedos se habían hecho realidad, sentía que la perdía, no sabía por cuanto
tiempo. Feliz, porque sabía que lo acabaría superando, era una persona fuerte.
Lo miraba.
Exploraba cada poro de su piel, sin necesidad de desnudarle (al menos
literalmente). Me dirigía a sus ojos, recorría su cara, llegaba a la boca con
su perfecta y blanca dentadura. Sonreía. Iba bajando, sus pectorales, sus
abdominales. Su esbelto y perfecto cuerpo. Al menos lo que mi imaginación me
hacía entender. Imaginaba lo que se escondía bajo su vestimenta. Bastante casual, lo que suponía un plus a mi
gusto. Sus pitillos negros, su camisa básica blanca, su chaqueta vaquera, y
cómo no: sus converse blancas –últimamente
se las ponía casi siempre-. Y es que a él todo, absolutamente todo (y cuando
digo todo es todo) le quedaba bien.
Lo observaba,
lo contemplaba, o más bien lo admiraba. Admiraba su manera de actuar, incluso
de ser (lo había observado tanto que, incluso lo conocía más de lo que se
imaginaba). Claro que yo para él era un absoluto extraño. Seguro que ni se
había inmutado del hecho que llevaba cerca de dos años preparándole el café por
las mañanas, que me sabía de memoria que su tostada preferida debía ser de
mantequilla y mermelada de fresa y que, en día de bajonas prefería chocolate caliente y nada más. Que prefería la literatura moderna, que de vez
en cuando leía periódicos y que, a diferencia de muchos, prefería no estar todo
el rato mirando el móvil.
Sí, tenía un
encanto hechizante. Sentía que lo sabía todo sobre él, sin necesidad de haber
hecho intercambio de palabra alguno. Me había acostumbrado a su presencia, que
aunque breve, me alegraba el día de trabajo en aquel bar. Solía ir con una
mochila, por lo que suponía que iba a la universidad, o en todo caso, a bachillerato
(parecía tener ya los 20 años). Sentía que lo sabía todo, lo cierto es que ni
siquiera conocía su nombre, aunque sí el olor de su perfume.
Aquel día
llegó algo más tarde, y en vez de media hora (como normalmente hacía), se quedó
casi dos, en su asiento de siempre, en el rincón que daba a la ventana. Y en
vez de leer algún libro o periódico, sacó su ordenador y empezó a escribir.
Supuse que llegaba tarde a clase, y en vez de correr decidió no asistir. Parecía
nervioso.
Así era, un
día tras otro. Y yo por temor al rechazo me limitaba a hacer mi trabajo: servir cafés,
fregar platos… en fin, lo que suele hacer un camarero. A diferencia de él yo no
iba tan arreglado, ni olía tan bien… entre la universidad por la tarde y el
trabajo por la mañana apenas tenía tiempo.
¿Cómo podía
sentirme así por alguien a quien ni siquiera conocía? Trataba de no
obsesionarme con él, ni con la idea de hablarle, pues aquí el mayor de mis
miedos: ¿y si no era homosexual? Me daría algo si por una vez en mi vida me
hiciera el valiente y cayera de bruces. ¿Y si, haciendo eso ya no lo volviera a
ver más? Aún así hice un vago intento por cruzar algunas palabras, me apresuré a andar, y cuando sus ojos se cruzaron con los míos me quedé helado, de piedra. No pude. Y se fue.
Se fue. Otro
día más. Otra oportunidad perdida. Dejó el dinero del desayuno y una propina.
Me fijé, había un número de teléfono. “Báh,
seguro que es para alguna de mis compañeras” pensé. Detrás había una nota: “La vida es maravillosa si no se le tiene
miedo” – Charlie Chaplin. Sonreí, no me lo creía. Sabía que era para mí.
Era la cita que apareció en el sobre de azúcar que llevaba el primer café que
le serví.
Hoy es un día especial para la igualdad: es un día que muestra que realmente puede haber una evolución en este terreno, una evolución que es de gran importancia.
Un día de celebración, un grito más contra la desigualdad. Un día para luchar.
Pero, no debe hacerse solo uno, sino todos los días del año. Sin embargo este es muy importante, para recordarlo. Y lo es porque, al parecer, se olvida, y mucho más triste, son muchas las mujeres que, aún en pleno siglo XXI, lo hacen.
El micromachismo, tan arraigado, aunque cada vez menos, sigue vigente, tratando de descuartizar las libertades, los derechos e incluso los deberes de la mujer.
Pero no, somos más fuertes, nuestra vida ya no se basa en buscar marido y criar niños para no ser una "solterona", ya no. No más. Tenemos muchas más capacidades que eso.
Ya nadie más que nosotras puede ser el dueño de nuestra vida, de nuestra forma de vestir, e incluso actuar y pensar.
Ya no, no tenemos que conformarnos con ser mantenidas.
Ya no, no tenemos que limitarnos a las tareas del hogar.
Ya ni siquiera tenemos que casarnos con un hombre para ser socialmente aceptadas.
No vamos a volver a caer en las redes del macho dominante nunca más.
Tenemos que pensar que, somos mujeres sí -y con mucho orgullo-, pero ante todo somos PERSONAS.
Nadie puede callarnos, ni cortar nuestras alas.
Debemos repetirnos esto hoy, mañana y todos los días al levantarnos.
Hay que luchar, para que no se involucione.
Hay que luchar, por los valores que mujeres de generaciones en generaciones han logrado, para que no se pierdan. Hay que luchar, para seguir mejorando el sistema.
Hay que luchar, para que las personas que no saben distinguir entre feminismo, machismo y hembrismo borren de sus vidas el desastroso término de: "feminazi".
No tenemos que ser marionetas de nada, ni de nadie.
Y por supuesto, hay que luchar, para que no caiga NI UNA MÁS.
Ya no tenemos miedo, porque no estamos solas. Afortunadamente son muchas las personas que piensan como nosotras.
Ya no necesitamos ser cuidadas, necesitamos que nos escuchen, que nos tomen en cuenta y que nos valoren. Cuidarnos podemos cuidarnos nosotras mismas.
¿Sexo débil? Los cojones, ya no.
Hoy, 8 de marzo, es el Día de la Mujer Trabajadora, ¡felicidades compañeras!
Y para acabar la entrada de hoy os dejo el anuncio "Always like a girl" para que pensemos todos y todas, es muy bueno: "¿Desde cuándo hacer algo como una chica se ha vuelto despectivo?"
Y por si os interesa os recomiendo el libro El diario violeta de Carlota de Gemma Lienas; lo leí hace años y he de decir que es sencillo y magnífico para entender lo que realmente significa el feminismo en sí.
Termino con dos citas:
Una de la activista feminista y escritora Alice Walker: "Los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron hechos para los humanos, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos o las mujeres para los hombres".
Otra de Rebbeca West: "Yo lo único que he sido capaz de averiguar del feminismo es lo siguiente: sólo sé que la gente me llama feminista siempre que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo".
¿Quién no ha escuchado nunca eso
de “¡Qué pena, cuánto tiempo ha pasado!”?.
Lejos de apenarme, me alegra. Sí, que pase el tiempo significa que lo hemos
vivido ¿Hay algo mejor que eso?
Tal vez, si cambiamos la manera
de ver las cosas, encontremos el sentido a la existencia, y lejos de las
concepciones religiosas (no digo con esto que sean malas ni buenas) mi posición es que la
vida es lo que es, un paréntesis entre que naces y mueres. Y por eso mismo hay
que aprovecharla al máximo. Deberíamos empezar a preocuparnos más por cómo
vivir, que por cómo y cuándo vamos a morir. No debería apenarnos la idea de que
un anciano muera, al contrario, él ya vivió todo lo que tenía que vivir. Y sí,
nos apena, pero ¿de qué sirve vivir pensando en morir? Venga ya, eso no es
vida.
La vida es levantarse cada
mañana, la vida es caerse, levantarse, llorar, reír a carcajadas, bailar bajo la lluvia,
cantar aunque no sepas hasta quedar afónica/o ¿qué más da?, trabajar… La vida es vivir, y esto supone
que la vida es, en definitiva pasar el tiempo. Por eso debemos dejar de pensar
en que mientras más tiempo pase menos nos queda, y enfocarlo en la perspectiva
inversa: es genial todo lo que llevo vivido.
Eso es la vida, llenarla de
recuerdos que nos alivian el alma. Aprovechar cada segundo al máximo, haciendo
lo que más nos guste. Comprometerse con algo, crecer física e intelectualmente.
Hacer realmente lo que nos dé la gana. Tener ganas de comernos el mundo,
creerlo de verdad e intentarlo, aunque intenten frenarnos, aunque sea absurdo
¿qué más da? Lucha por lo que te gusta, vive, disfruta. Piensa que si algo no
te gusta siempre tienes la posibilidad de cambiarlo.
Estreno el blog con un mensaje
esperanzador, todo, cualquier cosa tiene solución, invierte tu tiempo en
aquello que te motive, no hagas nada por inercia ni obligación (hasta cierto
punto claro). Ponte metas y supéralas.
Disfruta del camino, aprende de
los errores, sigue adelante, cáete (y siento ser repetitiva), ráspate las rodillas, levántate, atrévete arrepiéntete
de algo que hayas hecho pero no dejes nada por hacer, salta, vuelve a caerte (sigo siento repetitiva),
impúlsate. Pasa de todos los murmullos, deja que miren que hablen… y cuando llegues al final podrás decir: “He hecho absolutamente todo lo que he querido, a merecido la pena”. Recuerda: Para vivir hace falta vivir.
Y acabo con una canción de Marc Anthony "Vivir mi vida" y dos citas que son absolutamente inspiradoras y motivadoras:
"La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas" - Alejandro Dumas.
"La vida es como montar en bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio no puedes parar" - Albert Einstein.
No sé por qué, ni por qué no. Por esto último me he atrevido a crear un blog. Un blog en el que básicamente voy a poner todo, absolutamente todo, lo que se me ocurra.
Mi cabeza llevaba mucho tiempo planeando hacerlo, sin embargo realmente nunca me he puesto en serio, tal vez esta sea la definitiva. Si he hecho algo anteriormente relacionado con esto era por meros trabajos del instituto, ahora simplemente es diversión, y no solo eso.
Realmente me apetece hacer algo distinto, emplear mi imaginación para inventar algún relato, tal vez comentar algún hecho real, o simplemente hablar sobre un tema en concreto sea cual sea. También permito que me den ideas, es más, lo pido.
Esto nace por entretenimiento personal (el mío) y colectivo (el vuestro). Acepto cualquier tipo de crítica, todo es bueno y necesario para crecer, y mejorar.
Ando un poco majara, eso también he de decirlo. No prometo que les vaya a fascinar, es imposible caerle bien a todo el mundo, solo espero que no lo rechacéis sin antes haberle echado un vistacillo de nada.
Bueno, dicen que los mejores planes son los espontáneos, los que no se planean, espero que esto no sea la excepción que confirme la regla...
En principio no sigo ninguna dinámica en general, esto puede tener de todo un poco. Y tampoco me puedo comprometer con fijar una fecha para subir esto, pues nace por inspiración: tal vez haya días que suba dos o tres entradas y días que no se me ocurra ni una. Y hay veces que aunque la inspiración esté conmigo no pueda detenerme a traducir mis pensamientos al lenguaje castellano.
Bueno, pues eso es todo, espero sea de vuestro agrado!^^
Y sobre mi... tendréis que ir descubriéndome poco a poco, con cada palabra que escriba, pues nacerá de mi, de mi personalidad, de mi forma de ser y pensar. Os adelanto que soy un completo intento de escritora y periodista en proceso, y también un desastre la mayor parte del tiempo.