- - Te quiero.
Lo susurró, apenas a 5
centímetros de sus oídos. Lo susurró sin más. Lo susurró, sin esperar un “yo
también”, una explicación, algún beso, algún abrazo. Lo susurró, sin esperar
ninguna reacción. Sencillamente lo susurró.
Y vaya como lo susurró, lo hizo
de una manera deliciosa, capaz de hacer derretir al mismísimo iceberg que
hundió el titanic. Capaz de paralizar el tiempo, helar el fuego, desvanecer
todos los miedos, o convencer de cualquier locura.
Y solo lo susurró. Sin más.
No pretendía conseguir nada con
ello, solo soltarlo. No esperaba ninguna reacción, pero la que obtuvo le
asustó.
No lo podía creer, tras ese “te
quiero”, la mirada de ella había pasado de un brillo intenso de felicidad a
perderse en el vacío en menos de una milésima de segundo. Aquella mirada
acababa de volver. Aquella mirada con la que la conoció.
Claro, que las cosas habían
cambiado muchísimo para ella desde entonces.
Sucedió una noche bastante fría
de enero, concretamente 5, la noche de los Reyes Magos. Para él significó el
mejor regalo de Reyes del mundo. Claro que no fue el mejor momento.
Él se encontraba en su despacho,
y ella llegó, sola. Con la cara demacrada: el labio rajado y sangrando, por más
que ella pasaba su delicada lengua por la herida. El ojo izquierdo hinchado, entre
morado y rojizo. Los mofletes rojos, debido al frío. La ropa rota, por todos
lados. Venía con los brazos abrazando su cuerpo, con un temblor que no se debía
tanto al frío como al miedo. Y sus ojos, aquellos ojos color café, no
brillaban, pero a él le parecieron los más bonitos que había visto. Tenía la
mirada perdida, y se pasó media hora sentada frente a él, sin atreverse a decir
una sola palabra. Parecía estar meditando lo que iba a hacer. Tenía miedo.
El joven policía se temía lo que
ella iba a contarle, no era el primer caso, por ello le dejó todo el tiempo
necesario, para que no se sintiera acorralada ni quisiera irse.
<<Han pasado 7 años de mi
vida con ese hombre que ha degenerado en bestia, si bien al principio la
relación iba de maravilla. Todo se inclinó el día en que me paré a saludar a un
amigo de la infancia, llevábamos 3 años saliendo. Él aún era solo mi novio y me
reprochó la acción, con palabras que me resultaron algo violentas. Aunque no
logré entender a qué se debían esos celos, es más, debido a mi inocencia incluso
pensé que había sido un acto muy “lindo” por su parte, y mimosa le di un besito
y le dije que no se enojara, que solo lo quería a él. >>
<<Esa fue la primera vez
que me maltrató, psicológicamente, me había hecho creer que había actuado como
una furcia, incluso me hizo bajarme la falda. Fue una tontería, algo que
entendí inofensivo. Accedí a estar con él, porque estaba enamorada, y pensaba
que él también lo estaba de mí. Y al cabo de dos años nos casamos. Cuando me di
cuenta de que había sido la peor decisión que había tomado en mi vida ya era demasiado
tarde. Al principio iba medianamente bien, yo estaba en paro y me quedaba en
casa. Cuando encontré un trabajo estable él se puso hecho una fiera. No quería
que yo me moviera de casa “entiendeme, lo hago porque te quiero y no quiero que
te pase nada malo ahí fuera”, me decía. Yo cada día estaba más
agobiada.>>
<<Al final dejé el trabajo,
solo por no escucharlo. Él quería una familia, así que intentamos tenerla, pero
mi sorpresa fue enorme cuando tras meses y meses de intento yo no conseguía
quedarme embarazada. Entonces fuimos al médico, soy estéril. Esa noticia a él
le sentó fatal, peor que a mi. Y no se molestó en ver cómo me encontraba, en
preguntarme si necesitaba algo, un beso, un abrazo. El camino a casa estuvo
serio, callado, enfadado conmigo. Y me hizo sentir culpable de la situación.
Definitivamente sentía que no servía para nada.>>
<< A raíz de aquello todo
fue de mal en peor, ya apenas me hablaba, me tocaba de vez en cuando, y muy
bruscamente, aunque yo no tuviera ganas o me encontrara cansada. Una vez cuando
llegó del trabajo mucho más pronto que de costumbre yo no le había terminado la
cena. Y esa fue la primera vez que me puso la mano encima. Me gritó, me dijo
que no servía para nada y se fue a beber. Llegó borracho, me despertó intentó
violarme, le di una patada y me fui a la habitación de al lado>>
<< A la mañana siguiente
entró a la habitación, ya no estaba borracho, ya era consciente de lo que
hacía. Pese a que intenté por todos los medios que no lo hiciera, me violó: “ya
solo me sirves para esto, no me niegues esto también”. Lo peor de todo es que
yo sentía pena por él. Era habitual desde entonces que me pegara por cualquier
cosa, si se me quemaba la comida, incluso cuando algo le iba mal en el trabajo.
Cuando me veía llorar decía que lo sentía, que me quería que no volvería a
pasar. Pero siempre volvía a pasar, incluso si le amenazaba con dejarlo.
>>
<<Tenía tanto miedo, que ya
me dejaba hacer de todo. Me sentía sola. Hasta que ayer, intenté escapar, se dio
cuenta, e intentó golpearme, me defendí, consiguió hacerme lo que ves en la
cara, tengo quemaduras, cicatrices, cardenales… por todo el cuerpo. Yo corría.
Él lloraba: “no te vayas”, decía “yo te quiero” decía. Por primera vez lo
ignoré, conseguí escapar de la casa. Él cogió el coche, para seguirme, pero
conseguí hacer que me perdiera de vista, no sé cuánto tardará en encontrarme.
¡Tienes que ayudarme por favor!>>
Lo había dicho todo entre
lágrimas, se le notaba el gran nudo en la garganta que tenía. El policía sentía
un asco terrible por ese cerdo. Pensó que se sentía así por el caso en sí. Se
investigó el caso, se metió entre rejas a ese “hombre”, y se le puso una orden
de alejamiento para cuando saliera.
Hace poco más de cinco meses de
aquella noche. Estuvo ayudándola con grupos de apoyo, psicólogos, con el papeleo
del divorcio… Como hacía siempre. Sin embargo había nacido un vínculo especial
entre ellos. Sentía la necesidad de protegerla siempre, era una mujer fuerte,
muy pocas se atrevían a escapar e ir solas a denunciar. Sabía que lo había pasado
mal.
Comenzaron a salir más a menudo,
como amigos sin más, y se enamoró. No quería decírselo, no quería atosigarla,
le daba miedo que se fuera. Fue ella, la que lo besó por primera vez, en
seguida se apartó avergonzada, pensando que había cometido una locura. Y se
sorprendió cuando la abrazó con fuerza, temiendo que fuera la última vez que lo
hiciera, no aguantaba más, tenía que soltárselo. Creo que nunca antes la habían
abrazado del modo en que ese joven lo hizo. Entonces le susurró: te quiero.
Y se le heló el corazón al ver
que su mirada volvía a perderse.
- ¿Por qué me quieres?- preguntó,
al cabo de unos segundos en silencio.
Entonces lo comprendió, no estaba
acostumbrada a ser querida, siempre que cocinaba para ella, siempre que la
ayudaba con cualquier cosa, intentaba recompensarlo de algún modo. Y ahora que
le había dicho que la quería sentía que iba a maltratarla, su mente la había
transportado, sin quererlo, a esas veces en las que ese canalla le pegaba
porque “la quería”, y “la quería” siempre por algo, para su exmarido ella era
una mujer objeto, que no podía tener vida propia, debía vivir por y para él.
Por ello le abruma que le digan
que la quieren.
-Te quiero porque te quiero, sin
más. Te quiero como eres, no quiero cambiarte. Quiero que tengas tu vida, que
la vivas, si quieres hacerlo conmigo, adelante. Si no lo comprendo. Comprendo
que después de todo lo que has pasado no quieras arriesgarte a tomar malas
decisiones. Quiero que vivas la vida, y cuando estés preparada podamos intentar
algo. Te quiero, y por ello solo quiero lo mejor para ti. Te quiero libre.
Quiero que tomes tus propias decisiones, quiero que salgas con quien te dé la
gana, quiero que vistas como te dé la gana, quiero que crezcas personal y
profesionalmente, quiero que disfrutes, te quiero. Te quiero por eso. Y quiero
lo mejor para ti.
Ella no sabía qué hacer ante
aquella declaración, le había parecido la más sincera. Sin embargo estaba tan
destrozada a pesar del tiempo concurrido que decidió marcharse. Quería volver a
ser la misma de antes, pero no podía. Quería decirle que ella también lo
quería, pero no podía. Quería correr a sus brazos, pero no podía. Solo podía
andar, y él veía cómo se alejaba. Triste, y a la vez feliz. Triste, porque sus
miedos se habían hecho realidad, sentía que la perdía, no sabía por cuanto
tiempo. Feliz, porque sabía que lo acabaría superando, era una persona fuerte.
Te quiero, libre. SP.
Y para acabar...
Espero que os haya gustado, y recordad: